LUZ, VOLUMEN Y PASIÓN
Hace ya unos años que mi amiga la pintora Violeta Valdor
andaba interesada en plasmar pictóricamente
la belleza del cuerpo de la mujer
embarazada, subrayando los aspectos de plenitud y rotundidad de las turgencias
propias de una situación que durante años la cultura prevaleciente tendía a
esconder como si se tratase de una fealdad, de algo que había que esconder, de
un accidente negativo y afortunadamente pasajero.
En
magníficos pasteles, a veces en temples al huevo -casi siempre sobre madera y
muy bien tratados, con un bruñido excepcional- en deliciosos carboncillos
abocetados, todo ello y a menudo con composiciones insólitas y osadas
-escorzos, planteamientos asimétricos…-, siempre pintando ante modelos al
natural y no usando fotografías -procedimiento éste más adulterado-, ha
realizado una serie de bellísimos ejercicios en los que emerge poderosa la
volumetría propia de la situación gozosa, fecunda, pletórica que desea exaltar.
El
desnudo femenino ha sido tema recurrente en la Historia del Arte a lo largo de
siglos. Incluso el embarazo de la mujer: piénsese solamente en la esposa
Arnolfini de Van Eyck y en la Madonna del Parto de Piero della Francesca. Pero
el tema escogido por Violeta Valdor en la presente exposición es nuevo: el
desnudo femenino grávido, opulento, rico como un cuerno de la abundancia.
El
título dado a toda la serie, de bíblicas resonancias pero afín al sentimiento
de todas las culturas -“…y bendito sea el fruto de tu vientre”- introduce a la
aplicación en algunos títulos del uso que de este tema han hecho los poetas,
con la culminación migueliana de aquel bellísimo “menos tu vientre nada es
seguro, todo es oscuro”, que Violeta trata con negros luminosos, como luminosa
-plástica y me atrevería a decir que militantemente- es toda la obra que la ha
ocupado en estos años.
Isidre Bravo. Profesor de Escenografía del Instituto del teatro de Barcelona
11 sep. 2005